Título: El secreto
Título original: The secret history
Autor(a): Donna Tartt
Editorial: Lumen
Después de que Donna Tartt ganara el premio Pulitzer por El jilguero me puse a curiosear quién era esta mujer y cuál era su carrera literaria. Resulta que desde que Tartt debutó con El secreto a la tiernísima edad de 28 años. Desde entonces, por lo menos según la prensa, se ha constituido casi como un personaje novelesco ella misma. Diminuta, etérea, siempre vestida con una pulcritud extrema con ropa de hombre (y hablamos de saco y corbata), con su cabello corto, casi una reclusa que vive en el campo y se mantuvo razonablemente lejos de la prensa en sus treinta años de carrera. Nada se sabe de sus relaciones personales salvo algún que otro dato de sus padres sureños, sobre todo porque hace también al mito de su crianza sureña, y que en algún momento durante la universidad salió con Brett Easton Ellis (Ellis, ella y Jay McInnis fueron alumnos en Bennington College). Quizás lo que la le lleva a ese estatus mitológico sos sus vínculos y su fuerte contraste con lo que la prensa llamó Brat Pack, un grupo de escritores jóvenes que vieron un éxito increíble con sus primeras novelas y que vivían un estilo de vida desenfrenado -lleno de drogas, alcohol y sexo- en la noche de Nueva York, viviendo la vida de los ricos y famosos en los '80 y '90. Su catolicismo y su supuesto voto de castidad y aversión al matrimonio aumentaros todavía más su reputación casi mitológica. En la vida real Tartt era amiga de Ellis y conocía tangencialmente a los demás pero le huía bastante a esa vida. Por otro lado no es exactamente una reclusa, hay archivo fotográfico de ella por acá y por allá con amigos, comiendo en algún restaurante o en algún evento esporádico, incluso hay alguna que otra foto de ella con vestido. Lo que si es cierto es que siempre fue una niña precoz, amante de Dickens y de la prosa decimonónica, audaz en su tremenda voluntad de ser peculiar sin que le importara nada más.
Título original: The secret history
Autor(a): Donna Tartt
Editorial: Lumen
Después de que Donna Tartt ganara el premio Pulitzer por El jilguero me puse a curiosear quién era esta mujer y cuál era su carrera literaria. Resulta que desde que Tartt debutó con El secreto a la tiernísima edad de 28 años. Desde entonces, por lo menos según la prensa, se ha constituido casi como un personaje novelesco ella misma. Diminuta, etérea, siempre vestida con una pulcritud extrema con ropa de hombre (y hablamos de saco y corbata), con su cabello corto, casi una reclusa que vive en el campo y se mantuvo razonablemente lejos de la prensa en sus treinta años de carrera. Nada se sabe de sus relaciones personales salvo algún que otro dato de sus padres sureños, sobre todo porque hace también al mito de su crianza sureña, y que en algún momento durante la universidad salió con Brett Easton Ellis (Ellis, ella y Jay McInnis fueron alumnos en Bennington College). Quizás lo que la le lleva a ese estatus mitológico sos sus vínculos y su fuerte contraste con lo que la prensa llamó Brat Pack, un grupo de escritores jóvenes que vieron un éxito increíble con sus primeras novelas y que vivían un estilo de vida desenfrenado -lleno de drogas, alcohol y sexo- en la noche de Nueva York, viviendo la vida de los ricos y famosos en los '80 y '90. Su catolicismo y su supuesto voto de castidad y aversión al matrimonio aumentaros todavía más su reputación casi mitológica. En la vida real Tartt era amiga de Ellis y conocía tangencialmente a los demás pero le huía bastante a esa vida. Por otro lado no es exactamente una reclusa, hay archivo fotográfico de ella por acá y por allá con amigos, comiendo en algún restaurante o en algún evento esporádico, incluso hay alguna que otra foto de ella con vestido. Lo que si es cierto es que siempre fue una niña precoz, amante de Dickens y de la prosa decimonónica, audaz en su tremenda voluntad de ser peculiar sin que le importara nada más.
Es allí donde podemos encontrar algunos cruces entre la biografía de la autora y su primera novela, El secreto. Situada en un ambiente universitario muy reminiscente a Benninton College, la novela comienza con la revelación que el narrador y protagonista, Richard Papen, y sus compañeros de la clase de griego clásico han matado a uno de ellos. El misterio no radica en el autor de la muerte de Bunny Corchoran sino en la historia de cómo y por qué fue que un grupo de estudiantes llegaron a matar a otro a sangre fría, y eventualmente las consecuencias que ese asesinato tiene para todos ellos.
Al igual que en el caso de La historiadora, la traducción del título falla en evocar la verdadera sutileza de sentido que aporta el original. Esta vez creo que fue una oportunidad perdida innecesariamente porque cuál sería el problema de traducirla como La historia secreta en vez de El secreto. La historia secreta hace referencia al texto de Procopio de Cesarea donde pinta un cuadro sobre la corte del emperador Justiniano y su esposa Teodora muy distinto al que aparece en la historia oficial que escribió cuando el emperador estaba vivo. En Historia secreta narra todo eso que supuestamente pasaba puertas adentro, lo que se debía mantener oculto de los demás: un relato pormenorizado de los excesos, el desenfreno y la corrupción que sucedían dentro del palacio.
En la misma vena Tartt construye un relato desde la perspectiva de Richard, un muchacho de clase obrera de California que tiene la oportunidad de su vida en Hampden College. Allí queda fascinado con un pequeño grupo de estudiantes que estudian griego bajo la tutela de un profesor llamado Julian Morrow, famoso por la exclusividad de sus clases. Visto desde afuera este grupo representa todo lo que Richard desea ser: ricos, bellos, peculiares, intelectuales. Los mellizos Charles y Camilla, sofisticados, bellos, sensuales y raros; Francis, tímido e increíblemente rico; Bunny, que no encaja con el grupo para nada dado que no tiene ninguna aspiración intelectual y más bien nadie lo soporta y Henry, enorme, ermitaño, vorazmente intelectual y obsesivo; todos ellos forman la corte de Morrow. Sin embargo, cuando Richard logra entrar al misterioso círculo y empieza a desarrollar vínculos con todos ellos, los secretos que cada uno esconde comienzan a salir a la luz. Eventualmente estos terminan llevándolos a la perdición. El misterio del elemento policial de la novela no es un secreto en particular sino todos los misterios que esconden verdades inaccesibles para el afuera pero que en la medida que le son revelados a Richard -y al lector- constituyen un relato de desborde debajo de la superficie.
La verdad es que me gustó la novela pero tampoco entendí por qué se la considera un prodigio literario. Ni la prosa ni la historia me mataron, pero es una novela que generó culto cuando fue publicada en 1992. Los personajes me resultaron un poquito mucho. Al estudiar letras conozco a varios de estos sujetos que se construyen un personajes de pseudo intelectual profundo, por encima de la realidad mundana de los mediocres plebeyos y la verdad es que me repelen. Creo que sobre todo me genera rechazo el hecho de que es una pose para demostrar algo a los demás y no es genuino. La gente que se toma a sí misma muy en serio y que todo está en ser el pensador bohemio y proletario pero a la vez claramente burgués, no sé... No me resulta honesto. No entendí por qué a estos personajes se les va la vida literalmente en esta clase de griego. Es fascinante, es misterioso, es bello y personalmente amo la literatura clásica. Es muy cierto que aprender la lengua abre la puerta a una forma de experimentar y vivir el mundo que mientras más conocemos nos damos cuenta que es muy poco en realidad lo que sabemos, pero a lo sumo es un hermoso objeto de estudio. No sé como puede consumir toda la normalidad de tu vida. Me pareció muy extremo todo. Supongo que hay gente que suma sus tendencias autodestructivas a este personaje que se armó y se creyó, y ahí hay una receta para estas vidas que tienen una intensidad ficticia, pero para mí sinceramente esa es gente que está muy al pedo. Ahí entra el elemento romántico de la novela. El reino de las pasiones irrestrictas, que escapan de la represión de la razón. También hay un poco de advertencia sobre aquello de nuestra naturaleza que reprimimos y termina explotando con violencia en algún momento, aquello que encerramos en las sombras y ahogamos en silencio.
Sí me gustaron mucho las citas literarias, la abundante intertextualidad y las preguntas filosóficas que plantea la novela. Incluso admito que el carácter de la novela, que exuda amor por los clásicos, por el griego, por la literatura y una batalla desnuda y feroz entre lo apolinio y lo dionisíaco me atraen mucho. Y el concepto del personaje cínico y dañado no está mal, sólo que en este caso entendí poco el por qué eran así estos personajes. Igual creo que es extremadamente disfrutable.
Al igual que en el caso de La historiadora, la traducción del título falla en evocar la verdadera sutileza de sentido que aporta el original. Esta vez creo que fue una oportunidad perdida innecesariamente porque cuál sería el problema de traducirla como La historia secreta en vez de El secreto. La historia secreta hace referencia al texto de Procopio de Cesarea donde pinta un cuadro sobre la corte del emperador Justiniano y su esposa Teodora muy distinto al que aparece en la historia oficial que escribió cuando el emperador estaba vivo. En Historia secreta narra todo eso que supuestamente pasaba puertas adentro, lo que se debía mantener oculto de los demás: un relato pormenorizado de los excesos, el desenfreno y la corrupción que sucedían dentro del palacio.
En la misma vena Tartt construye un relato desde la perspectiva de Richard, un muchacho de clase obrera de California que tiene la oportunidad de su vida en Hampden College. Allí queda fascinado con un pequeño grupo de estudiantes que estudian griego bajo la tutela de un profesor llamado Julian Morrow, famoso por la exclusividad de sus clases. Visto desde afuera este grupo representa todo lo que Richard desea ser: ricos, bellos, peculiares, intelectuales. Los mellizos Charles y Camilla, sofisticados, bellos, sensuales y raros; Francis, tímido e increíblemente rico; Bunny, que no encaja con el grupo para nada dado que no tiene ninguna aspiración intelectual y más bien nadie lo soporta y Henry, enorme, ermitaño, vorazmente intelectual y obsesivo; todos ellos forman la corte de Morrow. Sin embargo, cuando Richard logra entrar al misterioso círculo y empieza a desarrollar vínculos con todos ellos, los secretos que cada uno esconde comienzan a salir a la luz. Eventualmente estos terminan llevándolos a la perdición. El misterio del elemento policial de la novela no es un secreto en particular sino todos los misterios que esconden verdades inaccesibles para el afuera pero que en la medida que le son revelados a Richard -y al lector- constituyen un relato de desborde debajo de la superficie.
La verdad es que me gustó la novela pero tampoco entendí por qué se la considera un prodigio literario. Ni la prosa ni la historia me mataron, pero es una novela que generó culto cuando fue publicada en 1992. Los personajes me resultaron un poquito mucho. Al estudiar letras conozco a varios de estos sujetos que se construyen un personajes de pseudo intelectual profundo, por encima de la realidad mundana de los mediocres plebeyos y la verdad es que me repelen. Creo que sobre todo me genera rechazo el hecho de que es una pose para demostrar algo a los demás y no es genuino. La gente que se toma a sí misma muy en serio y que todo está en ser el pensador bohemio y proletario pero a la vez claramente burgués, no sé... No me resulta honesto. No entendí por qué a estos personajes se les va la vida literalmente en esta clase de griego. Es fascinante, es misterioso, es bello y personalmente amo la literatura clásica. Es muy cierto que aprender la lengua abre la puerta a una forma de experimentar y vivir el mundo que mientras más conocemos nos damos cuenta que es muy poco en realidad lo que sabemos, pero a lo sumo es un hermoso objeto de estudio. No sé como puede consumir toda la normalidad de tu vida. Me pareció muy extremo todo. Supongo que hay gente que suma sus tendencias autodestructivas a este personaje que se armó y se creyó, y ahí hay una receta para estas vidas que tienen una intensidad ficticia, pero para mí sinceramente esa es gente que está muy al pedo. Ahí entra el elemento romántico de la novela. El reino de las pasiones irrestrictas, que escapan de la represión de la razón. También hay un poco de advertencia sobre aquello de nuestra naturaleza que reprimimos y termina explotando con violencia en algún momento, aquello que encerramos en las sombras y ahogamos en silencio.
Sí me gustaron mucho las citas literarias, la abundante intertextualidad y las preguntas filosóficas que plantea la novela. Incluso admito que el carácter de la novela, que exuda amor por los clásicos, por el griego, por la literatura y una batalla desnuda y feroz entre lo apolinio y lo dionisíaco me atraen mucho. Y el concepto del personaje cínico y dañado no está mal, sólo que en este caso entendí poco el por qué eran así estos personajes. Igual creo que es extremadamente disfrutable.

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